Creo que no nos damos cuenta de lo que el mundo se está jugando en las elecciones del 3 de noviembre en EE. UU. Son unas elecciones que van a marcar un punto de quiebre. No nos estamos jugando solamente unos intereses económicos y unas leyes que vayan más orientadas hacia unos sectores o hacia otros de sus ciudadanos; el mundo occidental se está jugando en estas elecciones cuestiones fundamentales que hasta ahora teníamos seguras e incuestionables y que afectarían al orden internacional y global.
Ya éramos conscientes de la crisis política a nivel de Occidente: presidentes como Trump, Bolsonaro, Boris Jhonson, que rompen esquemas, se salen de los pactos internacionales afirmando lo individual y lo nacional frente a hechos como la pandemia y el cambio climático, que nos hablan de interdependencia y vinculación estrecha mundial, lo dicen casi todo. Ante un mundo que nos pide romper las fronteras, se aferran- y de paso nosotros también- en amurallamientos y en políticas autistas, que no suman sino que restan para las soluciones que necesitan marcos internacionales.
Pero una de las cosas que está en peligro es la democracia en el país más demócrata del mundo junto con el Reino Unido. Trump está poniendo el parche antes de que salga el chupo, como se dice vulgarmente, porque dice que el voto por correo no es fiable y por eso están en una lucha entre demócratas y republicanos por tener la mayoría en la Corte Suprema, que tiene poderes ante dudas en el acto electoral.
Para los demócratas, el voto por correo ampliaría su base electoral, porque por miedo al contagio muchos no van a acudir a las urnas y lo harían por correo. Trump ya está diciendo que este voto no es de fiar. Pero cuando en una conferencia de prensa el periodista le preguntó que si se comprometería a una transferencia pacífica de la Casa Blanca, contesto: “Vamos a ver qué pasa”. Le volvió a preguntar: ¿Será pacífica? Su contestación fue: “Francamente, no habrá transferencia en EE. UU.; habrá continuación”. Tanto es así que altos mandos militares en retiro alertaron al Pentágono, si tendrían preparada unas fuerzas especiales para sacar de la Casa Blanca a un candidato no elegido.
¿Nos jugamos algo importante o casi nada con las elecciones del 3 de noviembre?
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