Fue un debate de despliegue retórico para uno y un festival de populismo para el otro. Lo cierto es que en el aspecto técnico y de propuestas, Keiko le sacó ventaja a un Pedro Castillo nervioso, esquivo y victimizándose en sus respuestas; equivocando términos como eso del “razonador magnético”; o que “los enfermos busquen a los enfermos para curarse de la COVID-19” o el de crear “cuencas hidrográficas”.
Keiko, con más experiencia política, estructuró mejor sus espacios para dar a conocer sus propuestas en los diversos temas; pero sin desligarse del populismo y sin explicar cómo lo hará. Fueron propuestas para endulzar el oído, y que –en un probable gobierno-, deberá cumplir. Castillo, por su lado, hizo todo lo posible para desligarse del ideario totalitario de Cerrón, pero dejó más dudas que respuestas, como eso de que la salud no será un negocio en su gobierno y luego daba la bienvenida a la inversión privada.
Keiko, con propuestas más claras, abarcó a la niñez y juventud, la salud, educación, pesca, agricultura, trabajo y transportes. Castillo, muy retórico, reiterativo en la victimización de pobre y sufrido, alentando con ello la eterna lucha entre ricos y pobres.