Si tenemos que definir las principales dificultades del personal de una empresa para adaptarse a los nuevos procesos originados por la pandemia de la COVID-19, podríamos resumir la respuesta en tres palabras: gestión del cambio. No obstante, si profundizamos un poco más, veremos que se plantean, fundamentalmente, tres grandes retos.
El primero es pasar de una cultura basada en la presencia a una cultura basada en la eficiencia, lo que implicará replantear el sistema de indicadores para el seguimiento y control de la actividad.
El segundo es promover el trabajo en entornos virtuales colaborativos y la autogestión del desempeño. Ello requiere una evolución de los perfiles de los trabajadores, potenciando la autodisciplina, la tolerancia al estrés y la autosuficiencia.
En tercer lugar, se necesita desarrollar un modelo organizativo basado en el conocimiento compartido. Será fundamental evolucionar los modelos de comunicación actuales a modelos virtuales, para garantizar su eficacia y evitar la pérdida de conocimiento que pudiera derivarse de la exclusión tecnológica de algunos colectivos.
RETOS EMPRESARIALES
Para facilitar la adaptación del personal a los nuevos procesos, las empresas deben diseñar un plan de formación que incluya aspectos tecnológicos, de gestión por procesos y de calidad. Este plan también debe permitir que los perfiles de los trabajadores evolucionen hacia la autogestión, el involucramiento, el compromiso y el crecimiento personal.
También es importante disponer de un plan de información que proporcione seguridad al equipo de trabajo y le permita sentirse cómodo durante el proceso de cambio. Además, todo el personal debe involucrarse en la mejora y la evolución de los procesos internos, mediante proyectos en los que participen de manera activa, y de cuyos resultados sean responsables.
Una vez adaptados los procesos, es importante generar la figura del Propietario de Proceso o del Comité Propietario de Proceso para garantizar innovación, eficacia, productividad y rentabilidad del proceso asignado. Por último, es clave instaurar un sistema de evaluación del desempeño, con enfoque positivo y orientado a la mejora continua, para efectuar un seguimiento y control efectivos del avance de los proyectos.