De Pedro Castillo se ha escrito, analizado y opinado mucho. Se sabe de su incapacidad para el discurso coherente; de su torpeza para organizar, liderar o establecer un rumbo estratégico en la política y economía nacional; es más, muchos lo ven como un desastre como gobernante.
Su lado más oscuro también ha ganado grandes titulares, pues en un año en el cargo tiene 5 indicios de corrupción, con testimonios convincentes e irrefutables. Los analistas se han cebado también en su fragilidad moral y su fanatismo por el embuste, convencido que una mentira repetida mil veces termina siendo verdad. La tomografía del mandatario ya todos la conocen.
La pregunta es: ¿Cuánto tiempo más soportarán los peruanos a un presidente con tantos desméritos, desaciertos y conflictos morales y éticos? ¿Será este presidente una maldición para los peruanos y el país o el resultado de nuestros propios pecados y errores que debemos pagar con un alto costo social? Con un sistema político también envilecido por el interés personal o partidario, ¿quién le pondrá el cascabel al gato?