Sin pretender ser tremendista sobre los males que se evidencian en nuestro querido Perú, no podemos cerrar los ojos ante: el terrible desempeño económico y sanitario de cara a la pandemia del COVID-19, 75% de informalidad, desleal inclusión financiera, desempleo, precariedad de nuestro sistema de salud, bajos niveles de la calidad educativa que se acentúa con esta pandemia, los niveles de corrupción son de escándalo y que se expresa por todos lados, la criminalidad en auge. Ahorita, la farsa del gobierno al prometer 71.600 tabletas para los estudiantes piuranos y tan sólo hace llegar 5.500. ¿y el resto, cuándo?
Estas situaciones que se sintetizan como crisis, son carne de cultivo, tierra fértil para recurrir a estrategias demagógicas de promesas que nunca se cumplen porque, no tienen consistencia técnico-científico y que cuando se avecina algún proceso electoral aparecen “como pulgas en panza de perro” los candidatos de derecha o izquierda, no importa el color político, allí están los clásicos y estrategas populistas que, lo único que les interesa son los votos. Y que bien, utilizan al pueblo como sus legítimos e idóneos representantes. ¡Farsantes! El Pueblo se está educando y se da cuenta de los honestos candidatos, pues, sí, los hay, y separará la paja del trigo.
Ciertos lúcidos analistas vienen precisando que el actual Congreso de la República viene aprobando leyes que responden a estas estrategias populistas. ¡Prestemos atención! Pues se suscita un fenómeno, de que estos políticos ya instalados, continúan en campaña y que desesperadamente aprueban leyes que a mediano plazo se constatarán los efectos, caso devolución de los fondos de los cesantes y jubilados del sistema de la ONPE. Se quedarán sin su seguro de salud, por ejemplo.
¿Qué debemos cuestionar el status quo? Por supuesto. ¿Qué debemos impedir las injusticias? Por supuesto. ¿Qué debemos enfrentar a los corruptos y juzgarlos? Por supuesto. ¿Qué debemos entender que la política y los políticos tenemos como principio trabajar por la felicidad de la ciudadanía? Por supuesto.
