El péndulo de Foucault, novela de Umberto Eco (1988), con los matices satíricos de la trama, con títulos extraídos de obras de nigromancia y ocultismo, es un chancay de a medio comparada con la novela del péndulo del oportunismo político peruano.
En esta trama para desgracia del país, entre otros protagonistas tenemos a Carmen Omonte; antes chakanista y toledista por los cuatro costados, después humalista y hoy conversa al acuñismo de APP.
Otros como Chehade, que vota por la “lealtad a su grupo político” o al ¿dueño del partido?, antes humalista, defenestrado por el escándalo de las Brujas de Cachiche y hoy, por “lealtad”, candidato al Parlamento Andino. Es decir no da puntada sin hilo.
Otra creyente y conversa del movimiento pendular es Marisol Espinoza, a quien, con el apoyo de los cafeteros piuranos, se le presentó la virgen con Humala, llegando a ser su vicepresidenta, obligada a irse por las circunstancias, deteniendo su péndulo en APP donde espera llegar al Parlamento Andino.
Otro que no pueden quedar fuera de esta trama es Daniel Mora, primero chakanista, después humalista, luego con el corazón de Somos Perú, siguió con los morados y ahora recala en el antaurismo.
Ni qué decir de José Vega Antonio que, dueño de su partido, detiene el péndulo donde le conviene, desde Pérez de Cuéllar hasta ser candidato del antaurismo, en antípodas programáticas. Como cierre no se puede dejar de mencionar a Nano Guerra García, antes acérrimo enemigo político de la Fuerza K, hoy pendularmente convertido en su flamante jale, olvidando el principio físico de que las fuerzas antagónicas se repelen y anulan.
Advertidos estamos los votantes de este oscurantismo político pendular o camaleones políticos, que no les importa el ropaje, sino calzar cualquier vestimenta para satisfacer su ambición de poder.