Parece que a Pedro Castillo y sus seguidores les resulta difícil exorcizar sus demonios y cuanto ven a los periodistas se les lanzan a la yugular. Eso es lo que pasó en Huamanga donde el propio candidato presidencial, en encendidas arengas anti-prensa, afirmaba que iba a revelar cuánto ganan los conductores de programas periodísticos y quienes los financian.
Tras la perorata autoritaria, algunos periodistas fueron agredidos, violencia que se han vuelto –parece-, parte de la agenda de Castillo en cada mitin. Resulta controversial pues hace algunos días Castillo y Keiko firmaron la “proclama ciudadana” en la cual se comprometen a respetar la libertad de prensa y de opinión, compromiso que el candidato del lápiz y sus seguidores se resisten a cumplir… ¿Cómo será si llegara a ser presidente?
Es comprensible demandar mayor atención de la prensa en su campaña, pues Castillo se queja que existe desequilibrio informativo, sin embargo, esto no es justificación para atacar a los periodistas que cumplen su trabajo incluso bajo el riesgo de la Covid-19. El rechazo a esta violencia es unánime y no puede ser parte de una campaña política.