Cuando los líderes de grandes organizaciones, como por ejemplo la Iglesia Católica, hacen un pronunciamiento oficial, es porque sus equipos de consultores y asesores se han informado, lo han mediato y finalmente lo hacen público como postura oficial para todos los fines que sus fieles consideren afines.
Por eso es que me llamaron mucho (positivamente) la atención las declaraciones del Papa Francisco en un video mensaje pidiendo poner freno al culto a las “pruebas estandarizadas”, para ir más allá de “simplificaciones aplanadas sobre la utilidad”, reclamando que el sistema educativo no mida su éxito bajo el prisma de superar “pruebas estandarizadas” sino por las garantías que ofrece como “antídoto” a la cultura individualista (Publimetro México Europa Press 15/10/2020).
Citaré textualmente algunos de los párrafos de su mensaje: … “Hoy se requiere la parresía necesaria para ir más allá de visiones extrínsecas de los procesos educativos, para superar las excesivas simplificaciones aplanadas sobre la utilidad, sobre el resultado “estandarizado”, sobre la funcionalidad y la burocracia que confunden educación con instrucción y terminan destruyendo nuestras culturas; más bien se nos pide que busquemos una cultura integral, participativa y multifacética”… Y ha asegurado: “El valor de nuestras prácticas educativas no se medirá simplemente por haber superado pruebas estandarizadas, sino por la capacidad de incidir en el corazón de una sociedad y dar nacimiento a una nueva cultura. Un mundo diferente es posible y requiere que aprendamos a construirlo, y esto involucra a toda nuestra humanidad, tanto personal como comunitaria”.
“Educar es siempre un acto de esperanza que invita a la coparticipación y a la transformación de la lógica estéril y paralizante de la indiferencia en otra lógica distinta, capaz de acoger nuestra pertenencia común. Si los espacios educativos hoy se ajustan a la lógica de la sustitución y de la repetición; y son incapaces de generar y mostrar nuevos horizontes, en los que la hospitalidad, la solidaridad intergeneracional y el valor de la trascendencia construyan una nueva cultura, ¿no estaremos faltando a la cita con este momento histórico?”, se ha preguntado el Papa.
Como columnista que ha confrontado constantemente la inutilidad de asumir los resultados de las pruebas estandarizadas como sinónimo de suficiencia o calidad educativa, me reconforta que cada vez más líderes de opinión con peso en la educación sean capaces de decirle a los adoradores de PISA y tantas otras similares que ya fue suficiente.