A exactamente dos meses de las elecciones generales, el ambiente político se está calentando bastante debido a que ahora, como nunca antes ha sucedido en el Perú, son muchos los aspirantes a llegar a Palacio de Gobierno como sea y arrastrar hacia el Congreso a una lista de personajes, la mayoría compuesta por personajes totalmente desconocidos en la arena partidaria que, indudablemente, harán más difícil la decisión del elector en la urna. La conformación de estas listas, en términos generales, es expresión del apuro y la improvisación de los aspirantes a una curul en el Hemiciclo de la plaza de Bolívar.

La limitación de tiempo y de oportunidades de salir a la calle en busca de adherentes está empañando la justa electoral al punto que varios de los candidatos a la Presidencia de la República son también ilustres desconocidos, como el séquito de noveles buscadores de un asiento (y un buen sueldo) en el Parlamento a partir del 28 de Julio.

En varios casos, es notable el afán de las agrupaciones en contienda por “bajarle la llanta” a los adversarios, especialmente a quienes –según las encuestas que se difunden- son los que hasta ahora tienen un incipiente (aunque claro) favor del electorado. Esta serie de denuncias y de renovadas investigaciones fiscales alrededor de los candidatos crean más incertidumbre en el ánimo del votante.

Todo esto sucede en medio de la conmoción producida por la gravedad de la segunda ola del COVID-19, que tiene a la población en vilo por la incidencia cada vez más alta de contagios y de fallecimientos. Un clima de tensión que afecta la salud física y mental de los ciudadanos que hoy viven confinados en sus domicilios para acatar las justificadas medidas decretadas para frenar la propagación del temible virus. Esta misma gente es la que tendrá que salir a la calle para cumplir su deber electoral en circunstancias tan peligrosas.

Los peruanos estamos viviendo un tiempo difícil por primera vez en estos doscientos años de vida republicana que estamos recordando. Es por ello que resulta sumamente preocupante el resultado de un proceso electoral de gran trascendencia para la vida y el destino de nuestra patria. Uno de ellos es la futura conformación de la asamblea legislativa que, dadas las experiencias recientes, no pueden dejar de llenarnos de temor. Ojalá que los manes de nuestros próceres enciendan luces en medio de tanta oscuridad política.