Uno de los principales problemas que tenemos en el país, indudablemente, es la inseguridad ciudadana, pues la delincuencia ha llegado a tocar fondo y al mes ocurren un promedio de 36.000 delitos y, de acuerdo a la Dirección de Tecnología de la Información y Comunicación de la Policía Nacional, cerca de 50 personas son víctimas de la comisión de un delito cada hora.
Eso significa que en cada minuto se estaría produciendo un hecho punible en el país, lo cual es altamente tóxico.
Arrebatos y raqueteos al paso, robo de celulares, robo de autopartes, asaltos en las viviendas y centros comerciales y atracos; en suma, delitos contra el patrimonio en sus diversas modalidades.
Amén de ello hay que agregarle los delitos de violencia contra las mujeres, violación sexual, extorsión, sicariato, usurpación de tierras, tráfico ilícito de drogas, lavado de activos, homicidios, lesiones graves, minería ilegal, tala ilegal de árboles, omisión a la asistencia familiar, entre otros diarios delitos.
Se reporta que la delincuencia crece de manera alarmante y nada parece detenerla y pese al esfuerzo que hacen algunas autoridades, el problema se incrementa, pues solo el año pasado, se reportaron en todo el territorio patrio un total de 422.010 denuncias en las comisarías por la comisión de diversos delitos.
Esta situación se agrava con la migración venezolana diseminada a lo largo de nuestro país, que ha traído consigo aspectos positivos y negativos.
Existe una población venezolana que ha venido a trabajar, a superarse y cristalizar su proyecto de vida personal, familiar y profesional, sin embargo, existe otro sector que esperamos sea el minúsculo, compuesto por varones y mujeres que se han dedicado a la prostitución, tráfico ilícito de drogas, sicariato, extorsión, trata de personas, explotación sexual, robo agravado con consecuencia de muerte, homicidios calificados y lavados de activos; en resumen, puro crimen organizado.
Falta liderazgo, para emprender la lucha contra la delincuencia en todas sus modalidades, no solamente el trabajo debe ser la lucha contra la contra la corrupción, que ciertamente es un mal endémico y que hay que combatir, también se le debe dar la misma prioridad y firmeza para poder prevenir, investigar, juzgar y sancionar a la delincuencia ordinaria.