A un día de leer un mensaje distante de la realidad, el presidente Castillo en un gesto interpretado por muchos como síntoma de miedo, decidió suspender el tradicional desfile militar en la avenida Brasil para hacerlo en la Comandancia General del Ejército, encerrado sin la participación de los comandos de la Operación Chavín de Huántar.
Y es que tiene demasiadas razones para sentir miedo, cerrar calles y desplazarse en vehículos blindados. Obviamente es consciente del creciente rechazo de la población, mucho más después de darle un mensaje plagado de inexactitudes, falsedades y sin una sola alternativa viable de salida a la crisis; pero probablemente lo que más pánico le genera es la certeza de que con cinco investigaciones abiertas, cada vez le resulta más difícil mantenerse en el poder. Sabe que si renuncia terminará en la cárcel.
Luego de uno año de gestión, lo que tiene al frente es un panorama gris, un futuro incierto como presidente, lo que lo obligará en los siguientes días a lanzarse a buscar desesperadamente, a cambio de lo que sea, el apoyo de aquellos legisladores que hasta ahora lo mantienen en Palacio.
Se trata de un tercio de los 130 congresistas con los que tiene una alianza y a quienes se debe el fracaso de dos intentos de alcanzar los 87 votos para vacarlo.
Debido a este panorama es que los analistas empieza a ver a la destitución presidencial como un camino más factible, aunque en este caso la situación alrededor de Castillo (los escándalos y acusaciones) tendrían que incrementarse tanto al punto de romper esa alianza con sus amigos, los Niños. Por el momento esta se mantiene sólida pero la situación podría cambiar si aparece otra “bomba”, una nueva revelación o prueba de Bruno Pacheco, la captura del sobrino o que se entregue Juan Silva.
A Castillo se le complica la búsqueda de apoyo el haberse quedado sin bancada oficialista luego de su renuncia a Perú Libre, a lo que se suma su carencia de un proyecto país que aglutine a otras tiendas políticas. En un año no se ha preocupado por tender puentes o alianzas.
Así el panorama, lo que se espera para los próximos días son más paros y huelgas, nuevas revelaciones y creciente presión ciudadana alrededor de un Gobierno con piloto automático.