La educación superior nunca volverá a la normalidad prepandémica. Habrá cambios claros y duraderos en varias dimensiones no solo por el hecho que seguirá habiendo un aprendizaje híbrido y en muchos completamente en línea, con clases grabadas para ser vista en el momento oportuno para continuar desde casa el trabajo virtual síncrono y asíncrono. Habrá mayor énfasis en la infraestructura virtual.
Aumentarán las pasantías virtuales y empleadores que contraten candidatos de las procedencias más diversas, que cada vez se entusiasmarán más con educación no universitaria y los títulos no tradicionales como los ha empezado a ofrecer Google debilitando el mercado de títulos residenciales de 4 años para acomodarse a las necesidades y ritmos de estudio de cada estudiante.
Habrá un nuevo tipo de guerra de precios con universidades que competirán para lanzar títulos en línea de menor costo para servir a un mercado creciente de estudiantes en línea. Las universidades de élite perderán vigencia por su falta de voluntad para aumentar las inscripciones y girar hacia formas innovadoras y no tradicionales.
Cargarán la pesada mochila de un historial de excluir estudiantes pobres y minorías. Habrá nuevos modelos a seguir en la educación superior, que serán aquellas instituciones públicas y privadas que innovan en muchas dimensiones y que encuentran formas de congelar o reducir los costos y ofrecer programas a la medida de estudiantes y empleadores.
Una vez más, el Perú puede escoger entre ser cabeza o cola (lo usual). Entre estar en la frontera de la innovación o en el último vagón del progreso.