El pasado sábado 16 de agosto se celebró el “Día del Niño” –que no tiene la misma connotación social ni comercial que los dedicados a los padres y a las madres- con la finalidad de poner atención en la población infantil de este país que, en gran parte, se encuentra en situación de abandono moral, familiar y estatal. Es una oportunidad para poner de manifiesto, a través de los medios de comunicación social, la urgente necesidad de desplegar los más amplios programas tanto oficiales como privados para la protección de a los menores en todos los estamentos de la sociedad peruana y con especial énfasis sobre aquellos que viven en los cinturones de pobreza alrededor de las grandes ciudades y en las comunidades andinas y amazónicas que tantas necesidades urgentes tienen en la actualidad.
Este “Día del Niño” nos encuentra en el Perú muy preocupados con el elevado número de niños contagiados de COVID 19 en todo el territorio. Cifras alarmantes que jamás hubiéramos pensado que podrían registrarse en el Perú. Lo dramático es que, como ocurre con los adultos: los hospitales y centros de salud no están preparados para atenderlos. Además hay miles de niños afectados por la anemia que son el resultado de elevados índices de desnutrición. El Gobierno tiene pues que redoblar, hasta el límite de sus posibilidades, los programas alimentarios que vayan a las capas más deprimidas por el hambre y el abandono.
De otro lado es muy importante proteger a la infancia peruana de los peligros que representa la delincuencia común con la cual muchas veces deben convivir obligadamente; pero, igualmente, hay que salvarlos de la alienación colectiva que se ejerce a través de la televisión ejerciendo controles para que no sean espectadores de programas violentos, degradantes o culturalmente perniciosos. La formación de su personalidad comienza en la infancia. Hay que acercarlos a una vida espiritual y cultural que pueda salvarlos de las garras del delito en la calle cuando entren a la adolescencia.
La Educación juega un rol preponderante. El Congreso y el Ejecutivo tienen que sumar esfuerzos para ayudar a las nuevas generaciones de peruanos que son la riqueza más importante que tiene nuestra patria. Hay que avanzar hacia una educación moderna en todos sus aspectos que también infunda contenidos cívicos y patrióticos para su próxima ciudadanía.