Resultan sobrecogedor los niveles de cinismo que exhibe hoy nuestra folclórica política peruana, llegándose al punto de desechar acuerdos y conversaciones sobre corrupción al interior del gobierno. Los audios de una conversación entre Zamir Villaverde y Bruno Pacheco (inubicable para la Policía) son evidencias de corrupción en el gobierno de Castillo.
Sin embargo, los políticos y hasta la Fiscalía las descalifican porque vienen de un ex reo y empresario corrupto… ¿quién conoce mejor el mundo de la corrupción y el latrocinio sino el propio delincuente? Aquí parece que la justicia se queda solo en la forma y no en el meollo del problema, en el acto y los hechos de corrupción, cuyas pruebas salen a cuenta gotas, por lo que tampoco son válidas para la justicia.
Igual de sorprendente es la pasividad de muchos peruanos que parece perciben la corrupción e impunidad como “normal”; y ese silencio cómplice de la oposición desconcierta también, porque en cualquier otro país, estos hechos (los audios) habrían sido suficientes para vacar al presidente, pues este no va a renunciar porque el cinismo y la impunidad parece que han echado raíces en palacio.