Para darnos una idea, este año registra un pobre 30,5% de competitividad que, según el ICRP, resulta extremadamente bajo; mientras que Lima logró un 62,3% de competitividad.
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Para medir el ICRP se toman en cuenta cinco pilares: nuestra economía regional; la calidad de gobierno local y regional; la infraestructura; el auge e inversión de las empresas y las personas.
Tenemos una economía sostenible y con alto índice de crecimiento, pero esto no va de la mano con la calidad y eficiencia de los gobiernos locales y regionales cuya falla más desastrosa ha sido la calidad de las obras de infraestructura que den, precisamente, soporte a nuestra economía. Buenas carreteras; mercados, accesos, administración pública eficiente para las empresas y un largo etc.
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Por otro lado, la calidad de personas juega en contra de los intereses como región competitiva, debido a los altos índices de corrupción, inseguridad, informalidad y el desprecio por las normas de convivencia social.
