La nueva estrategia de campaña de comunicación del gobierno contra el COVID-19, suena para algunos ‘opinólogos’, hosca y agresiva porque responsabiliza directamente al ciudadano.
Muchos sienten que los culpan de ser los causantes de la muerte de sus seres queridos; y se olvidan de los graves errores que ha cometido el gobierno sacando a la gente de sus casas para entregarles bonos.
En efecto, se le exigió al gobierno de Martín Vizcarra una campaña de comunicación intuitiva contra los jaraneros, pero no agresiva al punto que parezca más una confrontación que una reflexión. No está mal la iniciativa, pero hay coincidencias en que se requiere afinar términos para no herir la sensibilidad de los ciudadanos, considerando que los errores en esta pandemia, los cometió también el gobierno y prueba de ello es que Perú figura en segundo lugar, a nivel mundial, en letalidad.
De buenas intenciones está empedrado el camino al averno, reza el dicho, pero si se insiste en la confrontación en vez de la reflexión, esta podría quedar corta y la población en estado de rebeldía, haciendo “lo que les venga en gana porque es su derecho de ciudadano”.