Quiérase o no, el incendio del pasado 11 de marzo en el Mercado Modelo no solo destruyó decenas de puestos: sacó a relucir la gran pregunta sobre qué hacer con uno de los centros de abasto más antiguos de la ciudad, obligados -principalmente este- no solo a renovar su infraestructura sino a reinventarse para mejorar su servicio a los usuarios, eso si los comerciantes quieren ser competitivos frente a la aparición de cada vez más zonas comerciales en la ciudad.
Si bien hasta hace pocos años, en este mercado los consumidores se contentaban con adquirir los productos, sin exigir calidad en cuanto a inocuidad, llegando incluso a tolerar el descuido de la infraestructura. En 60 años de existencia, poco o nada se había hecho para darle mantenimiento a sus instalaciones.
Y es que hasta hace un tiempo relativamente corto, la mayoría de sus compradores no eran lo suficientemente concientes de la importancia de exigir medidas de salubridad, así como sobre el riesgo de contraer enfermedades por consumo de alimentos no inocuos. Esta percepción cambió radicalmente con la llegada de la pandemia y seguirá cambiando, lo que implica una exigencia mucho mayor por parte de los vendedores en cuanto a la conservación y manejo de los alimentos, aporte nutricional y las buenas condiciones de venta.
El lamentable siniestro del pasado jueves debería ser visto por quienes laboran allí como la oportunidad para adecuarse a las condiciones que impone y probablemente siga exigiendo en los próximo años la población, para prevenir la pandemia y otras enfermedades endémicas.
La Municipalidad que, según se ha informado, recibirá del Produce algunos expedientes técnicos para modernizar los mercados piuranos, haría bien en canalizar también apoyo para los comerciantes, mediante asesoramiento sobre qué hacer con el Modelo.
Los vendedores, damnificados o no por el incendio, están obligados a dejar atrás viejas prácticas propias del antiguo Mercado Modelo que nunca llegó a ser un buen modelo de negocio, al no priorizarse la seguridad de las instalaciones ni la atención al cliente. Deben convencerse de que el crecimiento de la ciudad y los nuevos hábitos de compra por parte de la población implican trabajar en nuevas propuestas. O lo hacen o no serán competitivos.