Conspicuos analistas políticos afirman con preocupación que parte de la convulsión social que se vive en el sur con los conflictos mineros serían alentados por la propia gente de Perú Libre, cuyo objetivo es implantar la anarquía, y así tener un mejor argumento para implantar el autoritarismo y apurar la asamblea constituyente que les permita modificar la Constitución a la medida de sus ambiciones.
El propio premier, Aníbal Torres la hace de incendiario al seguir con el discurso de odio, el viernes último en el Cusco, e insistir en las diferencias entre ricos y pobres. Por su parte, Vladimir Cerrón hace su tarea de infiltración.
Ya tiene poder en el sector Salud y Energía y Minas, donde se mueven muchísimos millones, y va por más: intenta ahora colar a sus huestes en el ministerio del Interior y Ministerio Público.
La izquierda de Castillo y Cerrón no están solos; cuentan con el apoyo internacional porque el proyecto de la nueva izquierda es posesionarse en toda Latinoamérica. Por lo pronto, Castillo solo sigue siendo el maniquí de un gobierno que quiere dar la impresión que se desborda, para luego imponer la fuerza. Habrá que estar atentos a esta estrategia.
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