En el Manifiesto Comunista, Carlos Marx invoca: Trabajadores de todos los países Uníos…lo único que tienen que perder son las cadenas.
En ese contexto histórico, la lucha de clases tuvo una fuerte trascendencia a nivel internacional, dando lugar a la formación de partidos socialistas y movimientos revolucionarios que propiciaron el surgimiento de países socialistas.
Posteriormente, el incremento en la productividad del trabajo hizo posible en algunos países una mejora sustancial en salarios y condiciones de vida. Con la caída del Muro de Berlín, parecía haberse puesto fin al Socialismo como sistema económico. Sin embargo, los hechos indican que estamos lejos de alcanzar un sistema que sea satisfactorio para cumplir al mismo tiempo con la prosperidad y la equidad en la distribución del ingreso.
Aunque la evidencia muestra que las experiencias socialistas están destinadas al fracaso, debido a que no cuentan con un sistema de precios que oriente a quienes toman las decisiones centralizadas, lo que vemos es una persistencia en adoptar el socialismo como una esperanza de poner fin a la injusticia social. Las Empresas de Propiedad Social no dieron el resultado esperado.
La Pandemia ha causado un desempleo generalizado que los países tratan de combatir mediante inversión pública y aliento a la inversión privada, que es la determinante del empleo y sus fluctuaciones.
La ley Pulpín fue descartada en otro contexto y ahora es una alternativa para generar empleo productivo reduciendo costos, incluso con subsidios.
Los trabajadores están en la encrucijada de elegir entre seguir desempleados, autoemplearse como informales o ingresar a un mercado formal de trabajo.