La violencia contra las mujeres e integrantes de la familia no ha pasado inadvertido en tiempos de COVID -19, si bien para algunos estar en casa es la forma más segura de prevenir el contagio, para otros, esta medida se ha convertido en un peligro si la convivencia se realiza con agresores quienes aprovechan el tiempo de intimidad familiar para ejercer mayor control sobre sus víctimas.
El dato objetivo es que existe un incremento en el pedido de ayuda a través de llamadas a la línea 100 del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, llamadas que han permitido dar una respuesta eficaz e integral por parte del Programa Nacional para la Prevención y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres e Integrantes del Grupo Familiar–AURORA y sus diversos Centros de Emergencia Mujer instalados de manera estratégica a Nivel Nacional en articulación conjunta con la Policía.
Es importante resaltar que muchas de estas llamadas de alerta, han sido realizadas por personas ajenas a los hechos, llámese vecinos y otros, quienes, al escuchar gritos o golpes, han reportado de inmediato a la línea 100, permitiendo una actuación conjunta con la Policía Nacional del Perú, el Ministerio Publico y el Poder Judicial, con estas actuaciones nos queda clara la participación e involucramiento de la sociedad y del Estado ante hechos de violencia en cualquiera de sus formas.
Aún nos queda mucho por hacer, la violencia al igual que el COVID -19, es una pandemia mundial, también nos afecta, también nos mata, el compromiso activo es de todos, desde el ciudadano vecino o testigo, hasta el Estado con todas y cada una de las instituciones que la conforman.
Continuaremos marcando camino a seguir por el bien de las generaciones actuales y futuras, lucharemos para que la violencia se transforme en nuevas actitudes que promuevan la tolerancia cero ante estos hechos y ante la impunidad de los mismos. Abrigo una terca e inexplicable esperanza que así será.