Si quieres sentirte saludablemente, con fortaleza y lleno de energía, algo de estrés es recomendable y necesario. Hay que sentir un poco de angustias, ansiedades, y tensiones para poder respirar bien, de manera tranquila y reposada. No es válido pensar, que, sin preocupaciones, viviremos más y mejor; pues te voy informando, que esa “receta” no da vida: da muerte. El ser humano necesita cierta adrenalina para moldearse, para perfeccionarlo, como el hierro en la forja.

Si quiero tomar decisiones correctas, en circunstancias no previstas y complejas, hay que saber modular, controlar y nivelar estas situaciones. Nuestra “complicidad” con el estrés se hace más ponderable, evitando así, a la maléfica “desesperación”, cuyo objetivo es llevarnos de caos, de conflicto, generando una ruptura en la salud física y mental de todos los involucrados.

Para estar sano, con ánimo grande y lleno de optimismo, es necesario trabajar actitudes y hábitos buenos. Las contrariedades de la vida son bloques de construcción. Es nuestra realidad y es lo que nos toca. Hay que construir con mucha ilusión, alegría y estrategia, un nuevo proyecto a partir de ahí, porque ¡vale la pena!

Somos conscientes de que vivimos en tiempos complejos e inciertos, y es bajo estos parámetros donde vamos a demostrar que esta madera de lo que estamos hechos, agarra bien cualquier barniz.

Una idea que se me viene a la cabeza, y la plasmo en este momento, es que, si las cosas van mal, no vayas con ellas… Es recomendable hacer un parón, para pensar más y mejor y luego proceder. Tenemos que ser capaces de saber elegir cómo responderemos ante los estímulos. Por ejemplo, el psiquiatra Viktor Frankl, en la Segunda Guerra Mundial, en el campo de concentración, donde primaba la desesperanza y la crueldad, aprendió él y otros pocos a responder a la brutalidad con amabilidad. Decía: “Al hombre le pueden arrebatar todo, excepto la libertad de elegir qué actitud tomaría ante cierta circunstancia”. Hay que optimizar el pensamiento para transformar con serenidad.