El turismo es una de las actividades económicas más importantes de Piura y por ello es conveniente que los sectores público y privado arriben a soluciones que se puedan implementar para acelerar el resurgimiento de este rubro. Recordemos que se aproxima el verano y las playas se han convertido en una opción saludable que podría significar, además, la recuperación del turismo en un 80%.
Es necesario que las autoridades tomen en cuenta este dato antes de tomar cualquier decisión sobre las playas: si se opta por cerrarlas al público, podríamos perder una gran oportunidad de crecimiento que beneficie tanto a hoteles, restaurantes y negocios relacionados, como a las familias que pueden encontrar en las playas un espacio de diversión sin los riesgos que representan las ciudades y los emporios cerrados.
Conviene recordar que, según diversas fuentes médicas, diciembre será el mes en que podría gestarse una segunda ola de contagios; insistir en que la población permanezca en las ciudades, con sus atractivos de concreto y su escasa ventilación, podría ser lo mismo que jugar a la ruleta rusa con todo el tambor cargado. En un contexto de convivencia con el coronavirus, es necesario adoptar resoluciones realistas y que beneficien al mayor número de personas, tal cual debería ser el objetivo de toda política. En ese sentido, apostar por la reactivación del turismo y por restablecer poco a poco la libre circulación parece ser lo más conveniente.
La economía nacional, a pesar de los desaciertos que en dicha materia ha tenido el Gobierno, todavía es capaz de resistir y empezar a reconstruirse; tenemos de nuestro lado recursos y ánimos que no debemos desaprovechar.

La restauración del país va de la mano con los emprendimientos privados y el auspicio que el Estado pueda dar a los mismos. Es un deber del Estado, ciertamente, garantizar el desarrollo. Debemos tener en cuenta que si el
empresariado, si los emprendimientos y si las inversiones tiene éxito, todo el país gozará de esos beneficios. No se puede repartir de manera eficiente lo escaso. Finalmente, hablaríamos de una política de cuerdas entrelazadas y
más separación de intereses. No más asistencialismo, sino empleo, liquidez y diversión respetando los parámetros de la actual coyuntura.