Mientras en Piura más de 150 mil menores a punto de regresar a las aulas esperan impacientes ser vacunados contra la Covid-19, ya sea por primera o segunda dosis, nos enteramos que existen más de 2 millones de estas que están a punto de vencer. El problema detectado son dos: el ministro de Salud, Hernán Condori y la desaceleración en la campaña de vacunación.
Los funcionarios de la salud saben que todas las vacunas que se han comprado tienen fecha de hasta dos y tres meses (como máximo) de vigencia. Al asumir Condori el ministerio y tras los cuestionamientos de irregularidades e incapacidad, obligó a renunciar a los equipos de vacunación que ya sabían y hacían su trabajo con eficiencia. El resultado es que se ha reducido en 50% la velocidad de inoculación y, por tanto, las vacunas se quedaron almacenadas y a punto de vencer.
Lo irónico es que los folclóricos políticos nacionales en el Congreso se han hecho cómplices de la mediocridad del ministro charlatán, al darle hasta un mes de plazo, sin censurarlo, porque “habla bien”, sin reparar en el derecho a la salud y a la calidad de vida que exigen los peruanos.
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