Durante la cuarentena, la mujer debió hacer frente a un mal igualmente letal y pernicioso que la Covid-19: la violencia machista. Solo en tiempos de pandemia se registraron 16 feminicidios (oficiales; además de miles de denuncias por intento de homicidio y por agresiones físicas y sicológicas. El 90% de estas, para desgracia de ellas, provenían de sus propios familiares y perpetrados en sus propios hogares.
Raquel Reynoso, miembro del consejo directivo de la Coordinadora Nacional de DD.HH. afirma que en el Perú se ha institucionalizado el machismo. El tema de fondo es que la sociedad sigue formando y adiestrando a los futuros agresores, al permitírseles un trato diferenciado a los hombrecitos. Y mientras esto no cambie, la violencia seguirá latente.
Igual ocurre que, mientras muchas mujeres luchan por sus derechos y el respeto a su condición, otras tantas, quizás inconscientemente, alientan la hipersexualidad en los menores y hasta disfrutan y bailan grotescamente a música “regetonera”, cuya letra es casi siempre ofensiva a la dignidad de la mujer y un himno a la agresión y violencia sexual. Algo en qué pensar.