Esta nota la dirijo a los jóvenes y adultos que están esperando que la plaga termine para volver a la normalidad de las pichangas, discotecas, cines, viajes, parrillas y demás. A aquéllos que no se rinden y creen que 31 millones de infectados en el mundo es sólo una cifra fugaz y el COVID será un tema de tragos el próximo año.
Ojalá tengan razón. Sin embargo temo que la espera no va a ser corta y nos caerán nuevas pandemias que deben encontrarnos en mejor posición en infraestructura técnico-sanitaria y sobretodo como sociedad, con conciencia solidaria y hábitos fraternos con el medio ambiente. Y para ello la vieja normalidad necesita ciertos ajustes. Los invito a recorrer uno de los varios caminos para la convivencia civilizada.
Distanciamiento: ya es momento de distanciarnos de la ineficiencia estatal, de los burócratas adormitados, de los pastores sin rebaño, de los curas de templo y anillos preeminentes, de los borrachos sin motivo, de la denuncia artera, de los gobiernos que nos mantienen en un oscurantismo en el que los bufones vestidos de reyes se apropian con desparpajo de nuestras libertades.
Aglomeraciones: Despejemos los espacios colmados de necios e insensatos que piensan que la inversión privada y sus corporaciones no requieren de controles y que el mercado se autoregula, botemos la basura acumulada en los despachos de las organizaciones locales, regionales y nacionales, reduzcamos el tamaño del estado porque su pesada carga ya no nos deja respirar y nuestros niños siguen desnutridos.
Lavado de manos: Debemos exigir que las autoridades tengan las manos limpias; miremos a nuestra región como una nación que no debe rogar para que le devuelvan un sencillo por lo que produce. Pensemos en un nuevo modelo (estados federales?) que termine con 200 años de centralismo capitalino que cada día tiene más manteca con el dinero de las provincias.
Esa es la nueva normalidad que esperamos todos los ciudadanos de esta bendecida región porque la antigua normalidad continúa amenazando nuestras libertades y sigue dando muestras que no compró la brújula para encontrar el camino de la reconstrucción.
