Al finalizar el año pasado recibí un mensaje de un periodista, en el que me invitaba a hacer un video, que sería publicado en un canal de televisión, donde mencionara una expectativa para el presente año y al final dijera: “Por eso el 2021 será mejor”. Por supuesto que no hice el video, porque yo no sé cómo será este año. Al finalizar el año 2019 teníamos muchas expectativas para el año 2020, pero nadie se imaginaba lo duro, trágico y cruel que iba a ser ese año. Por eso no quiero crear expectativas faltas.
Como dije “yo no sé cómo será este año”, pero sí sé una cosa, de la cual tengo plena seguridad: Pase lo que pase, en el presente año, el Señor estará siempre con nosotros, porque Él es Emmanuel, que precisamente significa “Dios con nosotros” (Mt. 1,23). Desde que el Verbo de Dios se encarnó en el Seno de María Él vive con nosotros. Para eso se ha hecho hombre, para eso se ha encarnado: Para quedarse con nosotros por siempre. San Juan lo dijo claramente: “El verbo de Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Jn. 1,14). Jesús mismo lo prometió: “Yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos” (Mt. 28,20).
Esta debe ser la actitud con la que debemos iniciar el presente año: Una actitud de fe en este Dios que nunca nos abandona, que siempre nos acompaña y lucha a nuestro favor. Debemos forjar una fe tan grande, como la fe del profeta Jeremías que decía: “El Señor está conmigo como un guerrero poderoso” (Jr. 20,119), o como la fe del salmista que decía: “El Señor es mi pastor nada me faltará…, aunque pase por valle de tinieblas nada temo” (Sal. 23). La seguridad que el Señor está con nos nosotros nos dará paz, alegría, esperanza y ganas de vivir y de luchar. De este modo avanzaremos por el valle de tinieblas, confiados que ya llegaremos al valle de la luz.
