La Educación Preescolar es tomada como base fundamental para el desarrollo infantil. Durante esta etapa, se busca que los niños desarrollen diferentes capacidades, conocimientos y competencias fundamentales para desenvolverse en el ámbito social y educativo, atendiendo las necesidades, capacidades e intereses de cada niño, promoviendo el aprendizaje y la búsqueda de su desarrollo integral, teniendo como base el desarrollo socio-emocional y cognitivo.
La enseñanza preescolar constituye una preparación fundamental para toda la trayectoria educativa, pues es en estos primeros años en que se configuran las redes neuronales y se producen las sinapsis, en tanto en cuanto el niño reciba los estímulos adecuados, así como el afecto y cariño necesarios. Es en esta etapa también en la que el coeficiente intelectual y la adquisición de hábitos sociales y emocionales aumentan llegando más motivados y preparados a la primaria.
Los centros de educación preescolar han tenido que enfrentar retos muy importantes para seguir desarrollándose, potenciando el desarrollo intelectual, afectivo, social y emocional desde la virtualidad generada por el cierre de éstos a causa del Covid. También han apoyado a las familias a través de la escuela de padres, brindándoles orientación y asesoría en aspectos socio-emocionales.
Una de las consecuencias ha sido la brecha de inequidad que ya existía y que se ha ahondado, habiéndose vulnerado el derecho de los niños a la educación. Ni las mejores herramientas tecnológicas podrán reemplazar el trabajo docente en la etapa preescolar; el docente con vocación transmite amor, emoción, motivación y ello permite el aprendizaje.
Es cierto que los centros de educación preescolar han procurado utilizar una gran cantidad de herramientas tecnológicas haciendo su mayor esfuerzo por seguir brindando educación, pero aun así ésta enfrenta limitaciones que la tecnología no puede subsanar. La familia del preescolar juega un rol determinante para el desarrollo del proceso educativo a distancia y la evidencia muestra la amplia brecha que existe entre aquellos niños criados en familias con vínculos afectivos sanos y que poseen una alta protección en su integridad física, social y emocional versus aquellos niños afectados por la violencia familiar y disfunción afectiva lo que se traduce en el bienestar físico y emocional, así como en el alto índice de deserción escolar.
En circunstancias actuales, la educación preescolar cobra importancia en la que padres y maestros hemos de remar hacia el mismo puerto con fuerza para que los niños no dejen de ser estimulados. Las cifras de deserción son alarmantes. Al 30 de abril, el Minedu registra 366.185 niños menos matriculados en educación inicial con respecto al 2019.
La Educación no puede parar.