Empezaré pidiendo disculpas a mis honorables paisanos de Piura. Sinceramente, al identificarme con los ciudadanos que comparten conmigo esta indignación, no podemos quedarnos en el mutismo, en la paralización ni el silencio. Es el momento de alzar la voz, ya no ser los indiferentes del desierto, es necesario salir de la insensibilidad, la apatía y la abulia.
¿Tanta es la indiferencia, el masoquismo de los piuranos, al tener que soportar una vez más el sadismo de un GORE que resuelve el contrato con el consorcio integrado por las empresas HC & Asociados, Constructora Opaca y Basa Constructores? ¿Con qué derecho abandonan los trabajos de una obra de suma importancia para dar seguridad y que no se repita la inundación de Castilla y Piura como en marzo del 2017? ¿Acaso no existe jurisprudencia en una región Piura para sancionar, de una vez por todas, a estas autoridades que contratan empresas irresponsables, incompetentes y de sospechosa y presunta inmoralidad? ¿En qué parte del Mundo se suscitan estos atentados a la dignidad de los ciudadanos? ¡Por favor!, ¿en qué parte? ¿Sólo en Piura?
La indignación moral genera un “sentimiento de enfado, rabia, desprecio, malestar contra el agente responsable (GORE y compañía) de una acción que nos parece moralmente reprensible… El desencadenamiento de una reacción de indignación pone de manifiesto no solo que nos disgusta la acción, en cuestión, sino también que estamos ante una violación de una regla social”.
Cuando sostenemos e invocamos a salir de la indiferencia, estamos dirigiéndonos a la sociedad civil: colegios profesionales, intelectuales y asociaciones de escritores-literatos, comedores populares, comités de vaso de leche, universidades, movimientos estudiantiles, colectivos en beneficio de Piura, transportistas en general, mototaxistas, movimientos juveniles y ciudadanía en general. Si no solucionan inmediatamente este problema, las calles nos convocan a pacíficamente para hacernos escuchar.
