Lo nuevo y complejo del desarrollo de la ciencia y la técnica, necesariamente nos conduce a una comprensión más precisa del concepto ética, entendiéndola como la que nos ilumina, orienta y anima para seguir buscando juntos qué es lo que nos humaniza y hace de veras felices.
Hoy convivimos en un contexto de nuevos problemas: manipulación genética, tecnologías reproductivas, experimentación humana, trasplantes, muerte cerebral, destrucción del ambiente, etc. Circunstancias que nos exigen una ubicación, no sólo de la comprensión del desarrollo de la ciencia y la técnica, sino, también, una comprensión “de una ética de interrogaciones, heurística, creativa, en proceso siempre de revisión y crecimiento hacia el futuro”.
Nos encontramos ante grandes potencias que se resisten al cuidado del ambiente. Allí están, quienes son capaces de manipular las especies, todas; interviniendo técnicamente en su propia evolución, en su concepción, en su nacimiento, salud, pensamiento o muerte.
Al final aquello de que allí donde empieza el derecho del otro, termina mi libertad, queda en saco roto.
¿Qué se viene haciendo con los seres humanos? Nos someten a tener miedo, a anular nuestra condición de seres pensantes. Frente a esto, revaloremos al ser humano y sus valores. Y que siempre, la sociedad esté para garantizar sus derechos y autonomía, arbitrar conflictos entre derechos y asegurar la convivencia de las libertades, proteger a cada uno y evitar el peligro de la deshumanización.
Nunca ha tenido la humanidad tantas posibilidades de mejorar la calidad del vivir y, a la vez, nunca se ha visto la vida tan amenazada.
Los seres humanos, como seres sociales en permanente interrelación con los otros, somos considerados como producto de las circunstancias, sin embargo, allí estamos para humanizar las circunstancias y ser consecuentes con el Dios de la Vida.