El exsuperintendente de Odebrecht, Jorge Barata, alborotó el gallinero político al confirmar la entrega de dinero a por lo menos cinco ex presidentes peruanos, que se vendían como luchadores sociales, demócratas y pulcros políticos. Sus declaraciones remueven los cimientos de una hipócrita casta política que se ha aprovechado durante muchos años del Estado para lavar dinero y negociar con el poder.
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Esta es la primera vez que Marcelo Odebrecht declara para el equipo especial Lava Jato de la Fiscalía peruana y el resultado -si los actuales políticos en el Congreso y el Ejecutivo no meten mano y socavan la investigación-, será devastador para quienes son investigados por corrupción, lavado de activos o financiamiento ilegal.
En esta situación están Keiko Fujimori; Ollanta Humala, PPK, Susana Villarán y hasta el difunto Alan García. La conclusión que deja este caso es que la corrupción empieza en la cabeza del poder y se disemina por todo el aparato estatal. Ahora se puede entender las alianzas bajo la mesa y sobre todo el gran negocio que es en el Perú ser “funcionario público electo” por el pueblo. Pedro Castillo repitió el mismo libreto.