Mientras los políticos folclóricos se muestran los dientes y enfrascan en tenaz lucha por su cuota de poder, en el país cada día que pasa nace un nuevo pobre. El economista Hugo Perea, del BBVA Research, estima que la pobreza alcanzará a más de 9.3 millones de peruanos; es decir, afectará al 28,6% de la población en el 2023. Antes de la pandemia, la cifra de pobreza llegaba a 20,2%.
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La huida de capitales hacia el extranjero, la baja capacidad del gobierno de Dina Boluarte para atraer nuevas inversiones privadas o acelerar la inversión pública, así como los conflictos contra el principal generador de divisas, la minería, han contribuido notoriamente en reducir el crecimiento económico como la empleabilidad formal. Hoy en el país la informalidad y la delincuencia son el reflejo de esa desaceleración económica.
A esto se añade la presencia de El Niño que, además de amenazar la infraestructura pública y a la población, contribuye a contraer más la economía con el cierre de créditos y paralización de las inversiones. El problema es que el Gobierno sigue en piloto automático sin energía ni capacidad para iniciar un plan agresivo para recuperar el crecimiento.
