A pocos días de cumplirse el primer mes de declarada la emergencia en Sullana y sus distritos, el alcalde provincial reconoce con desconsuelo que esta no ha servido de mucho. “Hay una sensación de que no hay cambios, pese al estado de emergencia”, dice y razón no le falta, pues a pesar haberse reducido los crímenes, los robos y asaltos continúan imparables, menos se han desarticulado a las organizaciones criminales.
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Algunos dirigentes vecinales confirman la decepción de la autoridad edil. Es como si la emergencia solo fuera un anunció para armar titulares periodísticos y no una operación de urgencia que requiere no solo del compromiso de las demás organizaciones, sino de que estas cuenten con el financiamiento apropiado y oportuno; personal capacitado; disponibilidad operacional, incluso, con grupos especializados para dar con el paradero de los facinerosos.
Pero en vez de eso, se percibe desinterés y lentitud en las operaciones; se restringe al personal militar; incluso, como lo advierten las autoridades de la Perla del Chira, no hay plata ni para el combustible, menos vehículos para desplazar al personal policial a las zonas de riesgo.