No era ningún secreto que personal del Inpe, encargado de la custodia de los internos del penal de Piura, andaba en malos pasos y hasta sospechosamente vinculado a las redes de extorsionadores que desde una celda del penal, se encargaban de convertir en un infierno la vida de emprendedores y prósperos comerciantes y empresarios de la región. Ni los bodegueros se escapan de las extorsiones vía telefónica.
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Son innumerables las denuncias de familiares de los internos quienes eran los primeros extorsionados por malos efectivos, a quienes exigían dinero u otros “favores” para dejarlos ingresar al penal como visita o llevando alimentos y enseres. Se sospechaba incluso que negociaban el ingreso de celulares y chip para la extorsión. El que no pagaba se le castigaba con el decomiso y hasta la denuncia policial.
De lo que no se sabía claramente era la magnitud de la corrupción y la participación de los mismos jefes y alcaides hoy en investigación, quienes habían creado un reinado de corrupción, venta de droga y favores de todo tipo a costa de los propios internos, sus familiares y los extorsionados. Los del Inpe tienen mucho qué explicar.