El gobierno ha dispuesto que los peruanos o extranjeros que lleguen vía aérea procedente de países con rebrotes de COVID-19 presenten una prueba molecular negativa para el virus; además de una declaración jurada de salud. Igual, se ha prohibido los vuelos aéreos a países con cuarentenas rigurosas y afectados por una “segunda ola” de contagios.
El gobierno hace bien con estas medidas inflexibles, sin embargo, solo se mira el ombligo del problema y cierra los ojos a donde está el verdadero peligro: la frontera norte. Tumbes es en este momento una “coladera” para el ingreso de extranjeros ilegales que se dan maña, en complicidad con traficantes de personas, para ingresar al país pese a las prohibiciones legales formuladas.
¿Mentira? Solo basta mirar la Panamericana norte para ver diariamente el desfile de “peregrinos” extranjeros pidiendo un “jale” intentando llegar a Piura u otras ciudades del interior. A estos extranjeros nadie les pide pruebas moleculares ni declaración de salud. De nada sirve cuidar solo el aeropuerto internacional en Lima, si por la frontera se puede colar la nueva cepa del virus, como se alertó hace un par de días.