El gran problema de nuestros políticos es su incapacidad para comunicarse llanamente con la ciudadanía. Lo dicho por el presidente interino Francisco Sagasti, fue, lamentablemente, el peor malentendido de la última semana.
Parece que las agencias de comunicación que laboran con el Gobierno se la están llevando fácil poniendo al presidente a protagonizar papelones que, a la larga, son perjudiciales para las políticas de salud, la vacunación y otras disposiciones referidas al ámbito económico. Suponemos que los asesores de Sagasti se preocupan por cobrar –y no es poquita plata- pero no le sugieren al mandatario cómo decir que todas las regiones tienen necesidades y que priorizar a tres o cuatro podría ser una mala estrategia sobre todo en época electoral, en que todo apoyo del Estado es interpretado, gracias a malintencionados analistas y tiktokers de la política, en intromisión electoral.
El mensaje del presidente creó una innecesaria confrontación con la sociedad civil piurana, única organización al margen de lo estatal que realmente gestiona, toca puertas y consigue resultados que salvan vidas. No podemos decir lo mismo del equipo que ¿lidera? Servando García. Piura, efectivamente, no es el Perú, pero sí es una región que demanda mejoras estratégicas y la intervención del Ministerio de Salud, dada la incompetencia de los profesionales regionales para luchar contra la pandemia. Sagasti debió decir que el país en su conjunto necesita atención y que se hará conforme a un mapa de prioridades que, al parecer, a nadie se le ha ocurrido hacer en el Minsa.
Es tiempo de trabajar, tiempo de poner el hombro y ser solidarios, no excluir a nadie por razón de lengua, de estatus, de piel, etc. En la recta final del actual gobierno, se requiere que las comunicaciones sean llanas y que no presten oportunidades a los desestabilizadores que ayer se oponían a las vacunas y hoy quieren que los privados las compren, como si su confiabilidad estuviera demostrada, como si el lucro no fuera la razón de ser del comerciante.
Derechos humanos plenamente reconocidos, acciones encaminadas a proteger a la mayor cantidad de población posible y una comunicación óptima de resultados. Con esos ingredientes, podemos considerar que el traspaso del poder se hará en un clima de mejor disposición a construir políticas estables.