Hace unos meses, cuando salieron esas vergonzosas imágenes de personas haciendo cola para comprar cerveza en plena cuarentena, dijimos que era injusto que a toda la región se la caracterice de una sola manera, que la mayoría de los piuranos somos gente responsable y que mal hacían quienes caricaturizaban lo ocurrido. No obstante, hay que reconocer que sí hay un sector de la población bastante irresponsable y que seguramente, con la proximidad del Día de la Canción Criolla y el Halloween, ya estarán pensando en irse a bailar y a burlarse del distanciamiento social y otras normas.
En Colán, un grupo de vecinos ha advertido de esa situación, pues hay hoteles que ya están promocionando sus fiestas. Nos preguntamos qué corona tienen para hacer eso si a las familias no les permiten reunirse ni para almorzar y pasar un rato ameno. Si en Piura fueron relajadas algunas normas se debió a dos causas: la primera, la imposibilidad de mantener una cuarentena con una población que rara vez la acataba; la segunda, es que el encierro prolongado trae secuelas diversas que el Estado no deseaba asumir. Podría añadirse un tercer motivo: la confianza del Estado depositada en los ciudadanos. ¿Correspondemos a dicha confianza si el 31 de Octubre o cualquier otro día se rompen las leyes?
La lucha contra el COVID nos compete a todos. En cualquier momento, cualquiera puede terminar contagiado, pero es preciso llevar la prevención a niveles estrictos. Tenemos un sistema de salud colapsado y no debemos agravar la situación con nuestras irresponsabilidades. Esperemos que la Policía y las autoridades competentes tomen nota de lo que ocurre en Colán y en otras localidades de la región, y tenga mano dura con los que ponen en riesgo la salud de muchas personas. Sería bueno que las municipalidades empiecen a darse una vuelta por los locales que anuncian eventos y pregunten a sus administradores con qué autoridad hacen estas cosas.
No hagamos que el país nos vea nuevamente como una población inadaptada a las normas. El piurano es un ciudadano trabajador y honrado, que ha forjado su cultura en combate con un medio ambiente rico en potenciales pero también cargado de retos de la más diversa índole. Hagamos que este octubre en que muchos recordaron a Grau no sea el mes de las “fiestas COVID”.