Las brechas tecnológicas y de conectividad que afectan a miles de escolares en el desarrollo de clases a distancia, se hacen cada vez más evidentes en la región y en el país, sin que haya hasta ahora una reacción del Estado lo surficientemente eficaz para superar al 100% las desigualdadees que esto genera en el proceso educativo de niños y niñas.
La educación a distancia impuesta por la pandemia ha agudizado carencias ya existentes antes de la crisis, como las dificultades para el acceso de miles de alumnos a internet.
En abril, al iniciar el año escolar, más de 200 mil escolares de primaria y secundaría de la región no tenían acceso a una buena señal de Internet, según la Dirección Regional de Educación. Estamos a menos de cinco meses de acabar el año escolar 2020 y las carencias lejos de ser superadas parecen incrementarse. A pesar que se necesitan 220 mil tablet para el programa Aprendo en Casa, el Ministerio de Educación solo ha decidido enviar 71 mil 600 equipos a los menores piuranos.
Estos aparatos recién llegarán en setiembre. Mientras tanto en algunos puntos alejados del campo y la ciudad, especialemente en Ayabaca, Huancabamba y Morropón, desde hace dos semanas los alumnos se quedaron sin celulares porque sus padres, al tener que ir a cultivar la tierra o participar de la reanudación de actividades económicas, se llevaron sus celulares, dejándolos incomunicados con sus maestros. Si bien reciben clases por televisión o emisoras de radio, no pueden recibir llamadas de sus maestros, para ser supervisados. Es decir, sus profesores no pueden saber cuánto avanzaron en el aprendizaje.
No solo eso. En el sector educación en general, el paso de la enseñanza presencial a la virtual sacó a luz otra gran brecha: la escasa o nula formación de los profesores en el uso de los recursos que ofrecen las TICs a la educación, para el proceso de enseñanza–aprendizaje.
Es innegable el beneficio que alumnos y maestros obtendrán al aprender a manejar tecnologías consideradas básicas para el mundo moderno, pero esto se hará palpable a mediano y largo plazo. La pregunta es qué estrategia aplicará ahora mismo el Minedu y la Dirección de Educación, para salvar el año escolar de miles de niños afectados por la crisis e injusta exclusión.