Entre los espacios del tiempo
noviembre 2, 2020
Autor: Victor Palacios

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Nos movemos entre los espacios del tiempo y, sin apenas darnos cuenta, abandonamos esta dimensión para disolvernos en la poética celeste de la esperanza, en el sueño sublime de la mística, en la memoria de un caminante que ha intentado reencontrarse en su camino, con la sana evocación a sus raíces, que son las que verdaderamente nos eternizan y enternecen. Al fin y al cabo, la muerte del cuerpo nos sorprende en cualquier sitio y a cualquier hora; pero hay una vida espiritual que prosigue, donde uno ya no es lo que era, o quizás sí, sea lo que es, la balada purificadora, en virtud de ese vínculo etéreo que derrumba todos los vicios. No olvidemos, que el viandante virtuoso mora en lo auténtico y descansa en la bondad de sus obras cotidianas.

Sea como fuere, noviembre es un mes para recordar nuestras situaciones vivenciales. La de un pasado, donde permanecen nuestras huellas; un presente, donde habitan nuestros afanes y desvelos; y, un futuro, donde nos abrazaremos a ese verso interminable, tras mirar el horizonte y vernos con la certeza de lo vivido. Sin duda, no hay otra senda más viva que la del alma, tampoco hay otro latido más regenerador que la propia voluntad queriendo, que es lo que en realidad nos transfigura y revive, en virtud de ese lazo natural. Sin una familia, cualquier ser humano, se siente solo; mientras tiembla de frío y tirita de pena. Desterremos de nosotros, cualquier volcán de perversiones al respecto. No hay otro lugar como el de la estirpe unida, donde las personas se reprenden y aprenden a entenderse y a comprenderse; a respetarse mutuamente y a considerarse hermanos.

Por eso, tanto aquellos instantes vividos como los que aún nos quedan por vivir, han de servirnos para refrescar la memoria y dejarnos sorprender por sus lecciones. Quizás nos convenga recordar, a esa multitud de personas que han muerto y que mueren todavía, en cada amanecer, a causa del COVID-19. En demasiadas ocasiones, se van solitariamente solos, sin la caricia de sus descendientes y sin el adiós de sus convecinos. Está visto que, en cualquier tiempo, necesitamos sentirnos acogidos, también en virtud de esa encomienda de apoyo entre análogos. Desde luego, para una persona solidaria de corazón, todo el mundo es su familia. Y así, cuando venga el espíritu tenebroso, proyectaremos la luz de habernos donado en plenitud y reconciliado en integridad.

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Victor Palacios
Editor web de El Tiempo y La Hora. Periodista y fundador del equipo digital del diario El Tiempo. Comunicador con experiencia en Marketing Digital, Data Analyst, SEO, Web Design, Email Marketing e Ecommerce.
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