A pesar de todas las desgracias generadas por la pandemia del COVID-19, que nos agobia, ¿cree usted que podríamos buscar y encontrar aspectos positivos que convenga destacar y justipreciar para tratar de balancear el lacerante dolor producido en casi todos los países del planeta?
¿Necesitamos un buen, profundo y fructífero diálogo sobre este asunto?
Tal vez nos hacen falta momentos de reflexión, individual, familiar y comunitaria para revisar lo vivido en estos meses del 2020 y analizarlo, con aquellos interlocutores, cuyos criterios constituyan positivos aportes, para descubrir, entre todos, si algo bueno podemos observar, destacar y ponderar en la conducta humana en este “tiempo de coronavirus”.
Sería bueno cuestionarnos y cuestionar, por ejemplo: ¿cuándo la conducta humana, en general es proclive a obedecer o a desobedecer?
¿Será necesaria o, más aún, imprescindible la advertencia de la sanción correspondiente a la falta de acatamiento de toda norma impartida?
¿Cuál será el método que mejor se puede enseñar y poner en práctica para lograr una convivencia familiar, comunitaria y social que pueda cosechar el más alto índice de respeto y observancia?.
¿Cómo enseñar y lograr que se aprenda que existe una corresponsabilidad común, social, en todo tipo de comunidad humana?
Lo que hacemos o dejamos de hacer afecta a las otras personas que integran las comunidades, grandes o pequeñas, positiva o negativamente. El egoísmo es lo que nos lleva a preferirnos a nosotros mismos, aún en detrimento de los derechos y necesidades de otras personas, así sean compatriotas, vecinos, amigos, parientes.
Por eso, además de ponderar a los voluntarios seres humanos que desinteresadamente sí ayudan y dan su contingente para paliar o superar los daños producidos por la pandemia del coronavirus que nos acosa, deberíamos imitarlos, en la medida de nuestras posibilidades.