Cómo se ha “entrolado” el país; las redes y los troles de algunos candidatos muestran ese rostro nauseabundo de la política peruana, esa dolorosa escasez de ideas claras, firmes y viables; la vergonzosa realidad política que hace pulular en la contienda electoral toda esa gama de advenedizos y zamarros adictos a la mamadera política que pugnan por todos los medios prenderse de las flácidas ubres del país y mamar de todas las vacas lecheras que encuentran y para ello alzan en peso las mentes de millones de peruanos que no saben ni opinan, divulgan cada estupidez y no miran más allá que sus conveniencias.
Qué vergonzosa la pobreza de esta campaña, qué miserable papel de algunos fans del “más vil de los oficios”, lanzan con ventilador aquello de lo que están llenos, estiércol, y manchan el hermoso deber de informar y formar la opinión pública; cuántos gallinazos sin plumas buscando “nutrirse y forrarse” financiando y apoyando candidatos; todos estos vienen prostituyendo la política nacional en complicidad con esa derecha farisea y sus acólitos del capitalismo salvaje, la izquierda iconoclasta y promotora de ideologías de perversión que quiere borrar del himno patrio el nombre del “Dios de Jacob”, y con centristas que esconden el plumero.
¿Por quién votar? Es penoso tener que escoger entre la fichas o fachos que tenemos: el menos malo, el menos ladrón, el menos deshonesto, el menos explotador, el menos mentiroso, el menos violento, el menos arrogante, el menos oportunista, el que tiene menos conflicto de intereses con el estado, el que tiene menos juicios pendientes, por el que no le debe al estado o por el que le debe menos; nunca votar por el que ofrece el oro y el moro, tampoco por aquel que ignora los valores inherentes al ser humano o es una amenaza para la libertad y las buenas costumbres, nunca elegir a fariseos que se golpean el pecho y tampoco por los que se mofan de las creencias del pueblo.
Ni la fe ni la Iglesia están en campaña; lo que está en juego es el bien común, la decencia, el desarrollo económico con rostro humano, la honestidad, la honradez y el futuro digno de nuestra patria bicentenaria; no obstante, todos esto valores serán imposibles en medio de la dictadura relativista de suyo inmoral.
Recordemos que ningún candidato personaliza los valores y principios de la moral y que ningún candidato puede arrogarse ni adueñarse o creerse el abanderado de la justicia social o el mesías de los pobres.