El próximo 11 de abril los peruanos elegiremos un mejor gobierno o uno peor. Es decisivo el nivel de responsabilidad de electores y candidatos para que el país salga cuanto antes de la crisis económica y sanitaria en que se encuentra. Evidentemente, son muchos los problemas que no tendríamos ahora si no se hubiera desatado una pandemia; sin embargo, no podemos culpar al coronavirus de que, 200 años después de desligarnos de España, nuestra democracia siga siendo precaria y que cada cinco años elijamos muy malas autoridades. No debe sorprendernos, por tanto, que actualmente no haya un solo expresidente de la República sin investigaciones por corrupción.
Aunque nos asuste, la curva del desarrollo no ha dejado de descender con o sin pandemia. Revertir esa caída depende
del sincero mea culpa que cada peruano haga, de cómo se prepare para el 11 de abril y de la calidad de su decisión.
Hemos llegado a un punto en que o salvamos al Perú o lo hundimos más. No Hay una tercera opción: o nos preparamos
en lo que resta de la campaña informándonos a conciencia sobre planes de gobierno y su viabilidad, así como nivel
de honestidad, trayectoria ejemplar y coherencia entre lo que dicen y hacen los candidatos, o simplemente volvemos a tropezar con la misma piedra y nos sentamos a esperar que reine el caos, el desgobierno y el desequilibrio de poderes que tanto daño nos ha hecho en las últimas décadas.
Nos estamos jugando el futuro del país; no obstante, numerosos candidatos se han dedicado a enturbiar el debate
sobre cómo volver a enrumbar al país. Es indignante que, aprovechando los difíciles momentos que viven millones de
familias debido a la pandemia, muchos aspirantes al sillón de Pizarro y al Congreso insistan -según el Tribunal de Honor del Pacto Ético Electoral- en hacer propuestas y promesas sin sustento, las cuales no podrán cumplir por no tener las competencias.
Frente a ello, ya no hay tiempo para protestas en las calles, pero sí para debates electorales en que nos informemos y así sancionemos en las urnas a quienes pretenden llegar al poder para gobernar de espaldas al pueblo. Ya basta. A mayor conocimiento de las propuestas contenidas en los programas de gobierno, estaremos en mejores condiciones para elegir las opciones acertadas que le urgen al país para afrontar sus retos urgentes: controlar la pandemia, reactivar la economía y optimizar la salud y educación en la etapa post-COVID-19.