Independientemente del desenlace de las revelaciones hechas por la lobista Karelim López y su abogado César Nakazaki, la permanencia del jefe de Estado, Pedro Castillo, pero también la de la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, se hace cada vez más insostenible, al no haber podido hasta ahora desmarcarse de los actos de corrupción -el primero- y en el caso de ella por no haber demostrado en estos siete meses ni liderazgo ni capacidad para defender los intereses del país. Todo lo contrario, bajo su gestión, el Congreso supera al propio Castillo en desaprobación.
Con motivo de la movilización nacional convocada para hoy en diversas regiones -incluida Piura-, conviene recordar que, si bien la protesta está dirigida solo contra el profesor, ambas autoridades se han ganado a pulso la impopularidad y desconfianza del país. Es fácilmente comprobable el desastre al que el Ejecutivo está conduciendo a la nación, por la ineptitud del presidente y su encubrimiento de la corrupción; así como los graves daños que causa al Perú un Congreso que se niega sistemáticamente a ejercer el tan necesario control político, habiéndose dedicado más bien a minar lo poco que queda de la institucionalidad.
Así el panorama, y a pesar de que los actores políticos del oficialismo y la “oposición” se alistan para hacer hasta lo imposible por no dejar el poder; todo parece indicar que la crisis se agravará al punto de que les sea imposible a ambos poderes gobernar y “legislar” un día más, entonces las nuevas elecciones se habrán convertido en un jarabe amargo pero impostergable.
¿Qué futuro le espera al país de llegar a consumarse el “que se vayan todos”? Con seguridad no llegará una salvación milagrosa, ni recetas mágicas. Lamentablemente -y dada la precaria democracia peruana con una inexistente carrera política, así como debido a la débil institucionalidad y la penetración de la corrupción en el Estado-, un nuevo proceso electoral no necesariamente asegura lograr mejores congresistas ni un mejor presidente.
El riesgo de nuevas posturas extremas y nuevos outsider siempre estará. Sin embargo, gracias a los personajes descritos, vamos llegando al punto en que al país le resulta obligatorio correr el peligro y saltar para evitar el abismo.
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