El Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), desde hace muchos gobiernos, ha sido la sede más ambicionada por muchos funcionarios. Allí se mueve cada año un presupuesto millonario que va destinado a proyectos de envergadura, puentes, carreteras y vías de toda índole. Por ello no es extraño que el gobierno de Pedro Castillo le pusiera el ojo, desde el inicio de gestión.
Allí se habría engendrado una mafia puesta al descubierto por Karelim López, en la cual involucra incluso al propio Castillo. Las investigaciones determinarán la culpabilidad de los acusados, pero mientras tanto, la oposición ya le puso el ojo al nuevo ministro, Nicolás Bustamante, porque según algunos congresistas, ha jugado en posta con el ex ministro, Juan Silva, obligado a renunciar, aunque para las apariencias, “renunció”.
Bustamante, para los opositores, sabe las de Quico y Caco y representaría el continuismo, pero lo más grave: se convertiría en peón que obstaculice y cubra todas las denuncias que se han hecho en torno a este ministerio. De ser así, la impunidad, una vez más, librará de todo pecado a los corruptos. Ojalá no sea cierto.
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