Plantear cuestión de confianza, para aprobar un proyecto que busca derogar la Ley 31399 que refuerza los límites de un referéndum.
El premier Aníbal Torres presentó ayer, para los constitucionalistas no es otra cosa que un juego de estrategias para presionar, amenazar y avivar la llama de la confrontación de poderes, sobre todo, con un tema que, en este momento de crisis acumuladas, no es urgente o sustancial para los peruanos.
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Sobre este pedido hay más de una lectura. Una de ellas es dejar mal parado al Congreso a puertas de la visita de la OEA; otra interpretación es desviar la atención sobre denuncias de corrupción; una tercera deducción es desaparecer al Congreso y con ello Pedro Castillo pueda hacer y deshacer en el poder evitando investigaciones y posible vacancia.
Como fuere, el jueguito de la “confianza” no tiene nada de técnico ni constitucional, pero mucho de mediático y político.
Lo penoso es que mientras el ejecutivo y legislativo miden fuerzas, confunden y torean, la corrupción, la inseguridad ciudadana, el desempleo, la ausencia de inversión pública y privada siguen ignorados y haciendo estragos en el país.
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