Una de las tareas ineludibles de quien gane las elecciones este domingo es reimpulsar de manera mucho más eficaz y agresiva la lucha contra la corrupción especialmente en las regiones. El nuevo o nueva gobernante que sea ungido mañana, asumirá el poder cuando los piuranos somos testigos del bochornoso escándalo de corrupción de las cartas fianza que, según la Fiscalía, salpicaría a altos funcionarios regionales, frente a lo cual el gobernador guarda preocupante silencio.
Dado que el nuevo Gobierno central deberá coordinar el trabajo con un GORE recientemente intervenido por las autoridades policiales por el pago ilegal de casi 4 millones a un consorcio que presentó cartas fianza falsas y que estuvo a un paso de hacer otro cobro mucho más oneroso; la pregunta es ¿cuál será el grado de confianza del nuevo MEF para seguir asignándole las partidas para obras en ejecución o en estudio?
Lamentablemente no es la primera vez que los ciudadanos somos defraudados por el robo del dinero que con tanto esfuerzo generamos con el pago de nuestros impuestos. El año pasado, después de Lima y Callao, nuestra región ocupó el primer lugar en el ranking de la corrupción elaborado por Contraloría, al registrar pérdidas por 1,039 millones de soles, por este flagelo. ¿Este año en que algunos altos funcionarios bajo sospecha en lugar de ser despedidos son premiados con nuevos cargos, seguiremos en el mismo puesto vergonzoso?
Según estimaciones de expertos, el Perú pierde alrededor de 23.000 millones de soles al año por delitos de corrupción, esto es alrededor del 2.7% del PBI. En Piura ¿cuántas plantas de oxígeno se habrían comprado con los 1,039 millones que nos quitó la corrupción el año pasado, por ejemplo mediante pagos ilegales en las UGEL? ¿Cuántas vidas se habrían salvado en la pandemia con los casi 4 millones desembolsados al consorcio encargado de ejecutar la obra del Centro de Salud de Máncora?
Estamos a pocas horas de la segunda vuelta electoral. Nos jugamos el futuro como nación. Votemos con la razón, no con miedo, odio ni resignación, sino convencidos del poder de nuestra decisión para lograr un país mejor para nuestras familias, sin corrupción y encaminado en el cauce de la democracia y la libertad. No hay otro camino para salir de una de las peores crisis de nuestra historia.