Y no debe sorprender porque muchos de ellos practican esa modalidad de “cobranza” con sus trabajadores “en agradecimiento” por darles un trabajito.
Lo preocupante es que personajes como estos no se satisfacen con su abultado sueldo y viáticos; siempre quieren más.
Su angurria por el dinero es tal que se convierten en un peligro para este poder del Estado, pues ¿qué confianza puede tener un ciudadano con personas mezquinas o codiciosas que solo piensan en dinero y enriquecerse, aun a costa de la injusticia de recortarles el sueldo a sus propios trabajadores?
En esa línea también se ha normalizado el diezmo para todos los dirigentes partidarios. Keiko Fujimori es la más representativa receptora del diezmo de sus congresistas por muchos años; es decir, ven en el ejercicio de la política como un negocio rentable antes que una vocación de servicio y principio de justicia.