Es penoso y a la vez risible ver cómo nuestros políticos intentan subirse al carro de los analistas internacionales sin saber muy bien cómo están las cosas en lugares tan distantes en todo sentido de nuestra realidad, como Rusia. Ni bien se supo que el batallón de mercenarios conocido como “Grupo Wagner” había dejado de dar su apoyo al presidente ruso Vladimir Putin, personajes de nuestro folclor político se apresuraron en dar su apoyo al semiautócrata eslavo.
Fue el caso del congresista y expremier por broma del destino Guido Bellido. Este político, recordado por su defensa ciega e irracional del expresidente Pedro Castillo al punto de agitar la hipótesis de que el hoy reo fue drogado antes de dar su nefasto mensaje de golpe de Estado y por sus nostalgias bolcheviques, se declaró “hermano” del mandatario ruso y le ofreció su apoyo a través de Twitter. Claro está que las redes estallaron en risas y que más de un cibernauta le recomendó viajar a Rusia y agarrarse a tiros con el Grupo Wagner que, por si no se conoce, está conformado por neonazis o “extremistas nacionalistas” incapaces de obviar la crueldad en sus incursiones bélicas, así que nuestro conocido “Puka” iba a tener una muy difícil pelea.
PUEDES LEER ? Editorial: Congreso ‘bombardea’ la institucionalidad
Sabemos que en nuestro país la izquierda tiene setenta caras: seguramente existe una izquierda capaz de aceptar el libre mercado y una acción estatal basada en la razón, en el pragmatismo y en la dirección de proteger los derechos humanos… pero existe, en el otro extremo, un batallón de gentes con discurso tan arcaico que hasta las ideas las tienen momificadas. Son estos últimos los que apoyan a Putin haga lo que haga porque tienen en la cabeza el mapa de la URSS tatuado aunque esta entidad sea hoy un cadáver político. ¿Ven el grado de analfabetismo político de quienes pretenden salvar al país del hambre?
La conducta de los políticos figuretis que se han atrevido a proclamar su adhesión a la causa de Rusia han chocado contra una muralla de memes y fotografías hilarantes, como aquella que muestra a un grupo de manifestantes contra Dina Boluarte pidiéndole al “señor Wagner” que libere a Pedro Castillo de la cárcel. Eso es lo que ocurre cuando se juega con la política, provocando que su nivel decaiga hasta el punto de transformarla en una broma de Internet o una prueba patente de estupidez.
