Lastimosamente, el debate político ha dejado su lugar pertinente (el parlamento, las escuelas, el ágora, los partidos políticos y los medios especializados) para instalarse no a la mala, sino con la anuencia de una mayoría pegada a las pantallas y a los teléfonos en las redes sociales. De los discursos elaborados y los razonamientos profundos, de los libros y los manifiestos, hemos pasado a los tuits, a los posteos plagados de emojis y a los memes.
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Este trasplante de la política que es, naturalmente, un evento social complejísimo- a espacios de entretenimiento ha traído, como consecuencia, una caída de nivel del debate. La aparición de los memes especie de “microtextos” gráficos que sesgan brutalmente la realidad para dar mensajes tan breves como contundentes y peligrosos. ¿Por qué sería mala la brevedad y la contundencia en estos tiempos acelerados y de medias verdades? Precisamente porque la única manera de contrarrestar la velocidad creciente de la cotidianidad y las mentiras es la reflexión, la investigación metódica, la confrontación de pruebas no opiniones y la apertura a considerar el error como una posibilidad en este ejercicio. Las formas de discurso breve, como los memes y los posteos en las redes sociales obvian todo el método del debate y se propalan con un fin distinto al establecimiento de rigurosas verdades: el objetivo inmediato de los emisores es solo medir su aceptación. La “verdad” deviene en una cuestión de likes, de rating, de cifras y de muchedumbre.
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Temas tan sensibles, como la demanda del terrorista Víctor Polay ante la CIDH, el futuro de la presidenta Dina Boluarte, la institucionalidad, los derechos de las minorías, etc., todo se ha convertido en tema de las redes, en peleas que desnudan la verdad de nuestros cibernautas (28 millones de peruanos entre los años 2021 y 2022, el 83,8% de la población peruana, según Digital 2022 Global Overview Report): años de precariedad educativa y fracturada conciencia política, desengaños e incapacidad de articular con palabras adecuadas la propia realidad han creado un universo de déspotas y sumisos digitales los hay tanto de izquierda (?) como de derecha (?) que difícilmente llevarán a buen puerto nuestra república si se les permitiera gobernar en su actual estado de indigencia conceptual. ¡Hagamos algo!