El alcalde de Piura, Gabriel Madrid -quien seguramente ha leído nuestra invocación a las autoridades locales a tocar las puertas de los ministerios o del premierato o la misma presidencia de la república para asegurar los fondos para las obras de prevención-, ha puesto un ultimatum a las autoridades capitalinas: si no hay respuesta, hay paro.

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La primera vez que este tipo de medidas de presión se quiso poner en práctica, el resultado fue un empate: la protesta y la indolencia igualaron a cero en parte porque los propios piuranos desconfían de estas acciones.

Creen que los alcaldes intentan eximirse de cualquier responsabilidad y relegarla a cualquier otro funcionario, o de plano suponen que solo nos queda esperar que la buena fe del Ejecutivo se active.

Con el antecedente fresco de lo que pasó en el paro de hace solo unos meses, ¿qué garantiza que los alcaldes tendrán éxito en su convocatoria indirecta -porque es sabido que la ley impide a las autoridades electas llamar a marchas-?

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Creemos que, a pesar del descrédito que persigue a nuestras autoridades -pues muchas de las que hoy ostentan los principales cargos han sido ya alcaldes en otras jurisdicciones o tienen alguna experiencia de gobierno-, es necesario secundar las luchas colectivas, más aún cuando el beneficio será colectivo.

La reconstrucción fallida de Piura después de El Niño del 2017, similar a las prometidas reconstrucciones de Ica y Pisco tras los terremotos en los gobiernos pasados, es un asunto de interés global; es decir, mucho más que general.

El escenario de una región en ruinas o a merced de la naturaleza, como si estuviéramos en los albores de la civilización, es la realidad misma de cada uno de nosotros.

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Así pues, la convocatoria del alcalde Madrid, como la posible convocatoria de los alcaldes de Sullana, La Unión, Talara, Paita y toda la sierra del departamento, no deben ser rechazadas por temor al cálculo político, sino que deben ser tomadas como una invitación a una inevitable confrontación -pacífica, claro está, y dentro de lo permitido por la ley- reclamando lo que por necesidad y por dignidad humana nos corresponde.

Un nuevo Niño se avecina y sería imperdonable que nos encuentre desarmados y divididos.