Un fenómeno que aparece al mismo tiempo que la inestabilidad económica y la voz lejana -no tan lejana- de la recesión, es la inseguridad ciudadana.
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Siempre ha habido ladrones, siempre ha habido asesinos, individuos que matan a sueldo, abusadores sexuales, proxenetas, etcétera. Lo que se ve hoy en la región, sin embargo, es una progresiva adaptación de las ciudades a la criminalidad; es decir, las instituciones parecen haber fracasado en su intento por contener la violencia ilegítima y ésta camina a convertirse en la base de la vida común. Los 83 asesinados entre enero y junio de este año en toda la región dan cuenta de ello.
Sullana clama hace muchísimo tiempo por una declaratoria de emergencia mediante la cual empiece a dotarse a las fuerzas policiales de elementos y armas para combatir a los hampones; lamentablemente, los jerarcas policiales piensan de otra manera y se resisten a declarar a Sullana como zona altamente delictiva. ¿Qué ocasiona esto? En primer lugar, pérdida de confianza: ¿cómo espera la Policía Nacional del Perú que la ciudadanía confíe en la institución si ésta parece incapaz de llevar el reclamo de los piuranos al Ministerio del Interior. Así como sucede con El Niño, y el juicio al que son sometidas las autoridades cada vez que parecen abdicar de su función de representar a la población, la PNP también enfrenta un deterioro grave de su imagen.
El problema, claro está, no es solo Sullana; también lo es Piura, Tambogrande, Talara y el Bajo Piura. ¿Hacia dónde vamos si no podemos esperar nada de nuestras autoridades, si éstas parecen no querer ayudarnos? Debería ser labor de los alcaldes y las autoridades políticas obtener las declaratorias en emergencia y los recursos.
Frente a la falla de una institución otras deben convertirse en gestoras. Y es que el reto ya está escrito sobre roca: si la ciudadanía no se protege mediante mecanismos legales, tendrá que hacer justicia con mano propia, aunque eso signifique el fin de la democracia que hemos conocido y sea la antítesis de la civilización.
¿Estamos orillando a nuestros hermanos de todas las provincias piuranas afectadas por la delincuencia, a buscar protegerse con métodos prohibidos por la ley? Si nuestra Policía y alcaldes quieren jungla, la habrá muy pronto.